viernes, 29 de mayo de 2009

LAS OBRAS DE DAVID


J.L. David, La Muerte de Marat, 1793, óleo sobre lienzo, 1´65 x 1´28 m, Bruselas, Reales Museos de Bellas Artes.

Indudablemente, esta es una obra que representa un paradigma en el ámbito de la pintura histórica mundial. David elige la revolución como tema artístico. La información que aporta, por su actualidad, puede equipararse a una crónica de periódico.
Marat fue un revolucionario crítico, que pertenecía a la Convención como diputado jacobino. Vivía pobremente, todas sus ganancias las entregaba a las causas solidarias, su casa siempre estaba abierta a los demás. Le llamaban "Amigo del pueblo". Marat tenía una enfermedad de piel que le obligaba a tomar baños frecuentes para aliviar sus picores. Una de estas ocasiones fue aprovechada por Charlotte Corday para proceder a su asesinato. Ella pertenecía a círculos girondinos (contrarios a los jacobinos en la Revolución Francesa). Charlotte abusó de la confianza de Marat y mientras se disponía a leer la carta, le asesta una puñalada para dar fin a su vida.
David no ha elegido el momento de la violencia, sino que prefiere el momento final. Elige un momento sereno para una pintura de silencio que acompañe a la muerte. Así el tema se convierte en un monumento sagrado. Marat está en una postura digna, su brazo recuerda al de la Piedad de Miguel Ángel. Hay rasgos que evidencian un lenguaje marcadamente cristológico. El rostro de Marat no presenta dolor, sino que en su boca incluso se esboza una leve sonrisa, una expresión serena, más bien de puro placer físico y moral de haber sido sacrificado por una buena causa. David hace un intento de sacralización de lo laico.
Marat aparece rodeado de los instrumentos que le caracterizan, la tinta y la pluma. Aparecen algunas gotas de sangre. Al lado de su cuerpo muerto hay una caja que ya apuesta por la simplificación y la anulación del detalle excesivo. Prima la simplificación, la desnudez ideológica y política frente a la memoria del pasado. Lo único ornamental es la palabra del amigo A Marat. David. Año II.
El pathos
romántico gana la partida al clasicismo. Por la gran cantidad de significados universales que aporta, esta obra es un gran hito de la pintura política.

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